Quiero compartir una historia de manifestación para mí fantástica que sucedió hace un par de semanas, el creador de ésta es mi hijo de 23 meses. ¿Cómo?
En Diciembre fuimos a visitar a la familia a México. Estando en Aguascalientes decidimos ir a dar una vuelta al famoso jardín de San Marcos. Es ahí donde se celebra año tras año la Feria de San Marcos. En este jardín es tradición comprar cacahuates y golpear en los árboles para atraer la atención de las ardillas quienes bajan corriendo y, cuidadosamente, toman el cacahuate de las manos para trepar nuevamente y comérselo tranquilamente.
A mi hijo le encantaron las ardillas come cacahuates. Pasaron semanas en las que salíamos a caminar y veía un árbol, se acercaba a él, y lo golpeaba con su manita viendo hacia arriba y gritando «adila». Le explicábamos que no había ardillas. En un momento comenzamos a pensar que había relacionado el goplear el árbol con el cacahuate con decir «ardilla».
Sin importar lo que le decíamos, «no hay ardillas aquí», él seguía con su rutina de golpear árboles y gritar «adila». Después de un par de meses lo dejó de hacer para un día con mis papas de visita repetirlo durante un día.
Ahora bien, nosotros vivimos en un cuarto piso en el departamento 403, el último piso del edificio. Llevamos viviendo aquí aproximadamente 6 meses. Tenemos un balcón muy cómodo con buena vista ya que los árboles que están sembrados enfrente no la tapan. De hecho la rama más cercana está a unos 4-5 metros de nuestro balcón, imposible de alcanzar. Ustedes se preguntarán ¿A qué viene esta descripción?
Pues bien una noche cuando mis papas estaban visitando «apareció» una ardilla en el balcón. David estaba feliz viéndola y gritándole «adila» «adila»… La ardilla pasó la noche en el balcón y se fue al día siguiente.
Yo, supongo que debido al miedo interno, o para evitar desilusiones, pensaba que la ardilla, que hizo feliz a mi hijo ese día, no volvería, que había llegado a este lugar para refugiarse de alguna persecución o algo por el estilo. Todos nos preguntábamos ¿Cómo había llegado al balcón? Nuestra respuesta analítica es que parece ser que fue trepando por un tubo externo que baja las aguas de lluvia del techo.
Ahora bien ¿Porqué se subió al cuarto piso a un lugar con gente? Hay árboles y un riachuelo enfrente, ¿Qué hace en un edificio?, ¿Porqué no decidió acampar en el segundo o tercer balcón?. No lo sabemos.
Hoy es el día que la ardilla viene periódicamente a visitarnos y David ha manifestado en su mundo la «adila» que tanto quería.
¿Casualidad? Si uno quiere hacerse esa pregunta debe ser serio y seguir con un trabajo de probabilidades, analizando las diferentes partes del evento, la probabilidad existe pero es definitivamente baja. Al final, como lo he dicho en previos artículos, NO IMPORTA. David es feliz yendo a la ventana para ver si la «ardila» ha venido a visitarlo.
Siento que tanto la llamó y tanto la buscó,
que el que la ardilla se presentara es una respuesta a su llamado.
Si caray. Simplemente siguió la receta intuitivamente enfocándose en el «Qué quiero» sin limitarse pensando en el «cómo» ni el «cuándo».
😀 qué bonito! confianza plena-sin expectativa pues llega a su tiempo-la capacidad de atracción de cada quien es independiente de lo que los demás duden… yea! chido David maestrito! 😀
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Con tan sencilla lección solo me queda decir. «Bernie» a ver que pasa.
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Me causa una atractiva fascinación el leer y releer estos documentos. Me provocan unos sentimientos tan alegres y esperanzadores que me motivan a seguir adelante con esperanza y júbilo. Gracias los quiero y me sorprenden sus vivencias.