Hace algunas semanas tuve el siguiente sueño:
Estaba sentado en una silla de ruedas. Sólo podía mover los pies. Mi padre empujaba la silla. Yo estaba muy enojado por estar en la silla de ruedas, y sobre todo, porque yo sabía que con cierto esfuerzo podía empezar a caminar, pero no me animaba.
Los días siguientes a ese sueño me sentí muy incómodo. Intranquilo.
Traigo a colación este sueño por un evento que ocurrió ayer: mi hermana, cuñado y sobrino están de visita. En el momento en que pude estar con mi sobrino, lo dejé que explorara libremente. Lo cuidaba, sí, pero dentro de lo posible lo dejaba que él explorara y experimentara. Yo no lo voy a sobreproteger- pensaba. Y entonces la situación explotó: empezaron a decir que lo cuidara, que se iba a caer de las escaleras (que, según me cuentan, desde donde lo veían eso parecía) y yo, que desde donde estaba no veía su preocupación, «confirmaba» mis sospechas: lo están sobreprotegiendo. Rápidamente en mi cabeza, sin darme cuenta, los hechos se ordenaron de acuerdo al triángulo de la víctima. Yo rescataba a mi sobrino, los demás eran los villanos (lo sobreprotegen… no lo dejan darse cuenta de que él puede). Y completando el triángulo, mi sobrino, «víctima» de la sobreprotección.
Ya después, pensando en por qué me había molestado tanto, recordé el sueño de mi invalidez. Yo proyecté en mi sobrino una parte herida mía. El resto fue simplemente una consecuencia de ello.
Y esta es parte de la belleza de conocer cómo funcionan las proyecciones. Lo que antes hubiese sido simplemente un momento incómodo (y tal vez un pleito), ahora se convierte en una oportunidad para conocerme más, para encontrar dónde están mis partes heridas, para sanarlas, para crecer un poco más…
¿Mi disgusto con los jefes que hacen «micromanagement»? Una proyección. ¿Mi disgusto con la maestra de preparatoria que nos hablaba como niños? Otra proyección. Esto no quiere decir que no haya jefes que hagan «micromanagement», o que la maestra de química no nos haya tratado como niños. Tampoco quiere decir que deba quedarme pasivo. Tal vez sea momento de tener una charla con el jefe o cambiar de trabajo, o poner un límite. Pero el hecho de que exista un gran enojo me habla de algo que puedo trabajar hacia adentro antes de trabajarlo hacia afuera.
La clave para encontrar las proyecciones es esta: «¿hay carga emocional? Seguramente hay una proyección»
Mas adelante hablaré sobre técnicas para identificar proyecciones y trabajar con ellas. Por lo pronto, si quieres investigar más al respecto, te recomiendo que entres a la página de Byron Katie y hagas El Trabajo.
Y después compártenos, ¿de qué proyecciones te has dado cuenta?
Lo que Jach nos cuenta en este artículo, el momento preciso en que le dijimos que su sobrino se podía caer por el hueco del barandal fue lo que yo llamo «un punto crítico» en la vida de Jach (para esta situación). El tenía un infinito número de posibilidades y reacciones a su alcance y, afortunadamente, elijió convertir el punto crítico en un punto pro-activo (y no punto reactivo, que puedo asegurarles que hubiera sido su reacción hace algunos años). Respiró, evitó reaccionar no hubo confrontación, y salió a caminar y a pensar en qué había sucedido para luego platicar su punto de vista y, muy importante, escuchar el nuestro.
Realmente me alegró mucho su manera de actuar tan calmada, ya que me permitió darme cuenta de lo mucho que ha crecido con todo lo que estamos haciendo juntos y cada quién por su cuenta, no es el Jach que reaccionaba ante las situaciones como antes.
Como le comentaba a él si hubiera sólo una forma correcta de educar y proteger a los hijos todo el mundo la seguiría. Quiero pensar que todo padre piensa que está haciendo lo mejor que puede para ayudar a crecer a sus polluelos evitándole dolores innecesarios (sé que hay algunos que son necesarios para que crezca y madure pero no creo que todos lo sean). Con nosotros como padres no es la excepción.
Lo interesante es ver las diferentes percepciones y formas de actuar de cada uno que pueden ir desde «sobre-protección» hasta ¨vale-madrismo» y todos los colores y tonos entre ellos y cada quién cree que «la suya» es el justo medio. Dependiendo del las situaciones propias pasadas, el ambiente en el que uno se desarrolló, conflictos y traumas de la niñez que tal vez no han sido superados, y demás factores internos y externos para unos lo que es protección para otros será sobre-protección, y para alguien más podrá incluso ser indiferencia. Aquí la clave es el respeto, el no juzgar a los demás por lo que hacen o dejen de hacer, la comunicación y el seguir creciendo, evolucionando y madurando cada día para ser mejores que ayer.
Jajaja… ¿pues en qué concepto me tenías? 😉
Pero espero que tengas razón. En realidad gran parte de mi vida estuve enfrentándome con el mundo (y además, me sentía como un paladín que luchaba por la causa justa) y empezar a entender que no hay villanos, ni superhéroes ni víctimas ha sido un gran cambio para mi. Y aunque veo que aún hay mucho camino por recorrer (y supongo que siempre lo habrá), el camino en si se percibe distinto.
(pero bueno, aprovechemos este espacio para compartir lo que hemos aprendido en ese camino)
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